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Un Concepto de Economía Solidaria: Organización Ilimitada

 

Presentación: el abordaje hacia una economía solidaria

En un sistema de laissez-faire el nivel de empleo depende en gran medida de lo que se llama el estado de la confianza. Si se deteriora la confianza, cae la inversión privada. Sigue una caída de la producción y del empleo (este resultado se genera directamente y también a través del efecto secundario del impacto de la caída de los ingresos sobre el consumo y sobre la inversión). Esto da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre las políticas públicas; hay que evitar cuidadosamente todo lo que pueda sacudir su confianza porque causaría una crisis económica. Pero una vez que el gobierno aprenda el truco de incrementar el empleo por sus propias compras, este poderoso mecanismo de control pierde su eficacia. Por eso los déficits presupuestarios necesarios para llevar a cabo la intervención del gobierno se representan como peligrosísimos. La función social de la doctrina de “disciplina fiscal” es asegurar que el nivel de empleo dependa del estado de confianza [1]

Kalecki, 1943: 322-331

Mi recomendación es pensar la economía solidaria como la matriz cultural -o, dicho de otra manera, como la ideología o la filosofía- de una economía cuya meta es atender a las necesidades de cada quien en armonía con la naturaleza, desplegando una pluralidad ilimitada de medios para lograr su meta.  La economía debe servir a las personas,  no las personas a la economía, y debe ser el “bienvenido a todos [2]. realizado en la práctica. La economía solidaria no debe ser el sector de la pobreza, viviendo de las migas que restan cuando el sector privado ya ha agotado sus mercados,  ya no ncuentra más inversiones rentables y, por lo tanto, no genera más empleo; y, tampoco, cuando el sector público ha agotado el poder recaudador del fisco y ya carece de medios para ampliar la red de protección social. No tan sólo los pobres, sino todos los seres humanos debemos ser solidarios y con mayor razón los empresarios, los políticos, y los que viven de las rentas de sus patrimonios sin trabajar [3].

Surge inmediatamente la pregunta: Si la economía solidaria va a ser una matriz cultural, una ideología, o una filosofía, que va a extender su influencia en toda la sociedad y en todo sector, ¿Qué se debe hacer con las personas que no crean en esta filosofía, no la practiquen y no quieren practicarla?. La respuesta que sugiero es que se pueda dejarlas en paz y respetar su opción de vivir sus vidas como quieran vivirlas.  Para derrotar la pobreza en todas las casas y para salvar la biosfera,  los valores solidarios no tienen que ser una ideología obligatoria para todos con fuerza de ley.

Debe ser posible asegurar que no haya nadie en situación de calle, nadie sin empleo ni con empleo precario ni con sueldo de miseria, nadie abandonado, etc. cambiando la manera de ser de los no-solidarios solamente en la medida en que se pueda cambiarla por la razón y el encanto, sin la violencia y la coacción.[4]  Lo que sí hay que hacer  es desactivar el mecanismo del poder económico bosquejado en la cita de Michael Kalecki que encabeza esta ponencia.   El problema de fondo no es la amenaza de una filosofía única que pudiera coartar las libertades,  sino la realidad vivida de una sociedad incapaz de realizar aquellos valores que ya profesa; incapaz de honrar los derechos humanos  económicos y sociales ya establecidos en las constituciones nacionales y en los tratados internacionales.  Y es incapaz por ese “poderoso control indirecto sobre las políticas públicas”. 

Fundamentaré mi recomendación comentando primero el origen del concepto de economía solidaria en las obras de Luis Razeto (Razeto, 2014).  Razeto inició la literatura sobre economía solidaria, aunque no la práctica de ella, siendo su práctica –como Razeto mismo declara—tan antigua como la raza humana.  Partiendo de esta base, propondré leer la economía solidaria como una síntesis de lo tradicional y lo moderno, y más aún como “organización ilimitada” la que quiere decir pluralidad ilimitada de medios a usar para lograr fines solidarios, lo que se abre a lo mejor de la tradición y a lo mejor de la modernidad y también a cualquier otro medio que se pueda encontrar o inventar.

Me referiré al esfuerzo reciente del Papa Francisco para articular los valores tradicionales propios de la iglesia que él preside en el contexto actual en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium. (Francisco, 2013). Encontraré la idea central de su exhortación en su título, el cual se puede traducir como “la buena noticia de la alegría”. La buena noticia es que los seres humanos se sienten realizados y felices cuando practican la solidaridad. Luego revisaré una pequeña muestra de la vasta literatura científica sobre le evolución de la sociabilidad humana. Encontraré el trasfondo y fundamento de la economía solidaria en un gran relato de la evolución biológica y cultural de nuestra especie. Comentaré, también, el pensamiento de Francis Fukuyama autor de El Fin de la Historia y el Último Hombre. (Fukuyama, 1992) parece a primera vista descartar la pluralidad a favor de un sistema único, y descartar la solidaridad a favor de un capitalismo individualista.  Al leer a Fukuyama con mayor detención se da cuenta que él reconoce que los problemas principales de la humanidad todavía no han encontrado sus soluciones.  Buscando aquellas soluciones todavía no encontradas, analizaré la cita de Michael Kalecki que encabeza este capítulo. 

Derivaré las conclusiones que una economía solidaria capaz de aportar soluciones (1) tiene su trasfondo en el gran relato de la evolución de la especie humana, (2) descansa fundamentalmente en lo que Padre Hurtado llamaba una “actitud social,” y (3) logrará en el contexto histórico determinado -que es el nuestro- liberarnos de lo que llamaré “el mecanismo del poder económico”. Dicha liberación requerirá “otra estructura social”. Sin abandonar mis compromisos con el pluralismo y con la flexibilidad institucional ofreceré un bosquejo de cinco elementos de una “distinta estructura social”. Cerraré comentando citas del político argentino Hermes Binner (Richards, 2008), del catedrático de Harvard Business School Michael Porter (Porter, 2011) y del joven empresario social norteamericano Blake Mycoskie (Mycoskie,  2011). Con su apoyo propondré “resignificaciones,” “reinterpretaciones” o “relecturas” del mundo a fin de verlo con ojos que ven la solidaridad como asequible y la economía como transformable.

I. – EL ORIGEN DEL CONCEPTO DE ECONOMÍA SOLIDARIA

En los años de hierro de la dictadura militar en Chile hubo en las poblaciones numerosos activistas facilitando la organización de estrategias de sobrevivencia para los pobres. Derogadas las subvenciones al pan y otras necesidades, destruidos los sindicatos, cerradas las industrias otrora protegidas y ahora expuestas a la competencia asiática, descendidos los sueldos a niveles de miseria, generalizadas la precariedad y la cesantía, reprimidas las instituciones populares, los pobres lucharon para subsistir (Lagos y Ruffart, 1975). Gobiernos democráticos extranjeros y ONGs internacionales apoyaron ese trabajo activista. 

A grandes rasgos y suprimiendo matices importantes se encontraban entre los activistas dos tendencias marcadas. Algunos se identificaron con el evangelio cristiano y otras ideologías con raíces en el pasado lejano de la humanidad. Hablaron de “solidaridad”.   Los otros manifestaron una mentalidad más moderna, más laica, quizás más científica. Hablaron de “economía”. Hubo una cierta competencia ideológica para conquistar las mentes y los corazones de los damnificados. Según cuenta Razeto, en una reunión grande de pobladores y activistas en una población de la periferia de Santiago, marcada por debates típicos de la época, una pobladora se puso de pie y declaró rotundamente, “¡Nosotros somos solidarios Y económicos!”. Así se acuñó la frase. 

Llamo la atención que el uso del concepto de “economía solidaria” tiene la fuerza de los significados de ambas palabras que la componen, presentes en las circunstancias de su origen, y llama a una síntesis de los mejores ideales tradicionales con los mejores ideales modernos. Trasciende a las ciencias económicas por evocar ideales colectivistas típicos (aunque no siempre presentes en la práctica) de las sociedades que Emile Durkheim llamó “arcaicas” (Durkheim, 1947)[5]

Trasciende a la ética tradicional por evocar con la palabra “economía” la estructura social básica y la ciencia social de mayor prestigio de nuestras sociedades modernas. (Dumont 1999; Heilbroner, 1968; Polanyi. 1992). La frase misma llama a la “organización ilimitada”, vale decir a una pluralidad ilimitada de medios para conjurar el mal y alcanzar el bien, tanto tradicionales como modernos, tanto ya practicados en una u otra cultura que existe o ha existido, como inventados en el futuro por la creatividad humana.(Andersson, 2014)

La frase misma nos interpela a hacer compatibles la ciencia moderna, la productividad moderna, y los mejores ideales de la modernidad como son la libertad, la igualdad, y la fraternidad; con los mejores ideales tradicionales del amor, de la reciprocidad de los deberes, y de la redistribución de los bienes según fórmulas tales como “de cada quien según sus habilidades” y “a cada quien según sus necesidades”[6]. Amén de ser católicos, semejantes ideales tradicionales encuentran sus amplios ecos y adhesiones en las otras grandes religiones del mundo, en las culturas indígenas, en las diversas tradiciones evangélicas, e incluso en la teología actual calvinista la cual en nuestros días ha llegado a coincidir con el catolicismo en casi todos los capítulos de la doctrina social. 

En su elaboración teórica Razeto destaca elementos aplicables a todos los sectores, como los son producción solidaria, ventas solidarias, consumo solidario, y acumulación solidaria.  Acuña la frase  “Factor C”.  El Factor C es un factor  que entra en la producción de bienes más allá de los tradicionales tierra, trabajo, y capital, y más allá también del factor schumpeteriano del genio organizador del empresario, y más allá del factor conocimiento.   El Factor C a menudo determina el éxito o el fracaso de una empresa sea o no sea autogestionada. Su nombre se deriva de una serie de palabras asociadas con el espíritu solidario que comienzan con la letra “C” como las son comunidad, compañerismo, compromiso, comunicación, cariño. (Razeto, 1993; 1988; 1984; Razeto at.al. 1990)

II.- LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA DE FRANCISCO.

El Papa Francisco asumió el desafío de articular aspectos fundamentales de la tradición cristiana en el contexto del mundo actual en su exhortación Evangelii Gaudium. (Francisco, 2013). El título Evangelii Gaudium se puede traducir “la buena noticia de la alegría”. En su título Francisco resume el corazón del sentido que da al concepto de “misión”, que, por lo mismo, junto al de “alegría”, recorren la exhortación entera como su hilo conductor. Escribe Francisco en su décimo párrafo[7]: “La vida se acre­cienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás”[8].

Sigue Francisco: “Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la rea­lización personal”.  Luego sigue, siempre en el mismo párrafo diez: “Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: Que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión”. 

Al destacar la entrega al servicio del prójimo como fuente de alegría el Papa Francisco llama la atención a una enorme reserva de motivación. Aunque sus fuentes citadas sean propias de la teología, se puede constatar las mismas realidades, o realidades afines, con datos empíricos provenientes de la psicología, de la sociología, de la antropología, y hasta de la biología. 

Entre los aportes de la psicología a la confirmación de la tesis que existe una potente alegría de servir se encuentran numerosos experimentos sobre el comportamiento de las personas en situaciones que se identifican con “el dilema del prisionero”. En este tipo de situación lo que lógicamente (según la lógica dominante de nuestra civilización mercantil) conviene al sujeto es buscar el bien propio sin considerar el bien de otros[9]. Calculados fríamente los valores de los varios resultados posibles (los payoffs) y las probabilidades de que cada uno de ellos ocurra, es “racional” la opción A. Sin embargo los experimentos psicológicos con regularidad demuestran que las más de las veces los seres humanos escogen opción B, siendo opción B menos egoísta, más altruista, y cooperadora[10]. Al escoger B el sujeto sabe que en el caso que el otro (o en algunos experimentos los otros) también escoja B, entonces el resultado será conveniente para todos. Pero, como preso imputado confinado a una célula individual, no sabe ni puede  saber cuál va a ser la opción del otro.

Lo que sí sabe es que según una racionalidad egoísta le conviene también al otro escoger A. Escoger B podría significar, pues, cierta fe ciega que el otro no va a escoger lo que le conviene a él como individuo. Dicho de otra manera, elegir B podría significar cierta fe ciega que el otro va a rechazar la opción A que le conviene, y que preferir cooperar. O podría significar otra cosa, por ejemplo, que aunque el sujeto no pueda comunicarse con el otro, tiene la ilusión que es capaz de controlar la decisión del otro. Signifique lo que signifique, el hecho es que los sujetos suelen escoger B. Tienden a optar por la cooperación no solamente en experimentos tipo dilema del prisionero sino en otros experimentos también.(Hammerstein, 2003; Caporeal, 1989).

Más aún, la investigación psicológica tiende a apoyar la tesis de Francisco porque cuando los sujetos logran establecer una relación de confianza mutua y cooperación experimentan placer. Gozan de la relación. Esto sabemos no solamente porque los sujetos lo digan, sino también porque las mediciones eléctricas y químicas detectan la activación de sectores del cerebro asociados con los placeres[11]. Ademas, no se puede dejar de mencionar las investigaciones en el campo del estudio del desarrollo moral, campo relativamente nuevo de la psicología[12] que ya cuenta con sus revistas especializadas, sus programas de pos-grado, sus sociedades científicas, y sus congresos profesionales (Navarro, 2012; Association for Moral Education; Hoffman, 2000; Kohlberg, 1984;. Gibbs, 2014). Sus aplicaciones a la pedagogía abren perspectivas para reformas educacionales capaces de subir los niveles de consciencia moral de poblaciones enteras –y por lo tanto capaces de facilitar la transformación solidaria de economías enteras–. A la luz de sus masivos aportes ha quedado claro que la persona que carece del deseo de serle útil a sus semejantes no es ni típica ni normal. Lejos de manifestar una imagen fiel de lo que en el fondo es y tiene que ser la naturaleza humana, quien no es bueno y no quiere serlo manifiesta inmadurez y/o patología. 

Sociólogos y otros especialistas han intentado medir los factores que determinan la felicidad humana. En general sus hallazgos indican que hasta un nivel entre diez mil y veinte mil dólares de ingresos anuales la prosperidad o falta de prosperidad es un factor. A niveles mayores de ingresos y riqueza no hay relación medible entre bienes materiales y felicidad (McGilchrist, 2009: pag. 434-437 y las fuentes allí citadas). Aunque el dinero dista de ser el factor único en el caso de los pobres, en general se puede decir que los pobres no son felices porque son pobres, pero la riqueza no hace feliz a los ricos.  Lo que más determina la felicidad no es el dinero, y ni siquiera la salud, sino la integración social (Ibid). Se confirma la conclusión del clásico estudio del suicidio de Emile Durkheim de 1897: las personas solas tienden a matarse (Durkheim,2004).

En la antropología y la biología encontramos más confirmación que el ser humano es un ser social quien encuentra su felicidad en su sociabilidad. Nancy Tanner, antropóloga dedicada a estudiar la evolución biológica de la especie humana, documenta con esmerado detalle cómo han llegado a existir los rasgos distintivos del cuerpo humano, como, por ejemplo, la garganta y lengua con su capacidad para vocalizar palabras, las hormonas con funciones sociales, y las facciones de la cara. El cuerpo humano tiene características especiales que no son comunes a otros mamíferos. Es un cuerpo biológicamente programado para ser culturalmente programado. La especie humana ha evolucionado, ha florecido, y ha prosperado por ser una especie social y cultural. Por la cultura ha podido cooperar. Los animales culturales, o sea nosotros, hemos podido cambiar nuestro comportamiento de acuerdo a las demandas del medio ambiente en forma mucho más rápida que los cambios de comportamiento producidos por la mutación y la selección natural. Somos capaces de asumir los compromisos solidarios de una cultura solidaria por las energías profundas generadas en nuestras células, órganos, nervios, huesos, sangre, y  músculos[13] (Tanner, 1985; Turner, 1983). 

III. – ACTITUDES BÁSICAS DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

Con el apoyo de los anteriores botones de muestra de lo que un mar de evidencias enseña acumuladas por las ciencias, podemos afirmar que la solidaridad es una opción real. Aunque no sea el destino inevitable de cada ser humano, es una opción de vida coherente con lo que es el ser humano –no solamente con un ideal abstracto de lo que debemos ser sino también coherente con lo que concretamente somos. La solidaridad es posible debido a características de nuestra especie ampliamente documentadas por la investigación científica. Francisco no se equivoca cuando afirma la existencia de la alegría de servir.

Se puede desglosar la solidaridad en dos actitudes básicas: una que se refiere a las relaciones entre personas, y otra que se refiere a las relaciones entre personas y cosas.

La primera es la actitud de SERVICIO. Una opción solidaria implica una relación solidaria con las personas. Aplicado al sector de las empresas privadas con fines de lucro, este principio ha sido expresado por Peter Drucker: “El propósito de un negocio es aportar un bien y un servicio económico. Esta es la única razón por lo cual los negocios existen. No aguantaríamos esta complicada, difícil, y controvertida institución si no fuera por el hecho que no hemos encontrado mejor manera de abastecernos con bienes y servicios económicos en forma productiva y eficiente.   Que sepamos nosotros, ningún camino mejor existe. Pero es su único justificativo, su único propósito” (Drucker. 1958: 86). 

La segunda es la actitud de ADMINISTRACION. Una opción solidaria implica la administración solidaria de las cosas. Si aceptamos que la especie humana se caracteriza por una fuerte tendencia hacia la cooperación, entonces tenemos que aceptar también una tendencia hacia la cooperación en las relaciones entre las personas y las cosas. Las distintas tradiciones culturales han creado distintas mitologías y normativas en este sentido. Por ejemplo en ciertas tradiciones africanas se atribuye el dominio de la tierra a los ancestros, dejando a los vivientes el uso equitativo de tierras que en principio no les pertenecen. En la tradición cristiana occidental ha sido central la doctrina de Santo Tomás de Aquino, quien a su vez se apoya en Aristóteles, donde Dios ha dado, a todos, los bienes de la tierra. Sin embargo, hay razones a favor de la propiedad privada. Primero, los seres humanos suelen evitar el trabajo por el bien de la comunidad y se motivan más cuando el trabajo les rinde beneficios personales. Segundo no cuidan bien lo que es de todos. Tercero, reglas claras definiendo los derechos de propiedad de cada quien evitan los conflictos y promueven la paz. Por lo tanto es conveniente que los individuos tengan la administración de bienes propios, pero a la vez es fundamental que ellos reconozcan el deber de administrar aquellos bienes bajo su dominio con la finalidad de servir a los demás en el espíritu del amor que constituye la vida del alma. (Santo Tomás de Aquino, Cuestion 66). El 2013 Francisco actualiza los criterios de Aristóteles y de Santo Tomás: “La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la pro­piedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. (Evangelii Gaudium, párrafo 189)

En el binomio actitud de servicio/actitud de administración se puede identificar a su vez lo que San Alberto Hurtado llamaba “actitud social”.   Escribe el santo chileno:

“Un gran principio bien comprendido es el fundamento de una doctrina moral y permitirá a quien lo asimile resolver por sí mismo las dificultades que se presentan o por lo menos –si el problema es muy complicado—formará en él un estado de ánimo que lo preparará para recibir la solución; le dará una simpatía espontánea por la verdad, una connaturalidad con el bien, que lo dispondrá a abrazarlo; creará en él una actitud de alma que es mucho más importante que la ciencia misma.Cuando esta actitud exista, la discusión se facilita enormemente, la verdad penetra sin tropiezos, las resistencias se ablandan o se deshacen. Por eso, antes de entrar a estudiar los problemas y mucho antes de hablar de reformas y de realizaciones es necesario crear en el alma una actitud social, una actitud que sea la asimilación del gran principio del amor fraternal[14]. (Hurtado S.J.,  1947: 17).

Sugiero que semejante actitud social, una actitud de servicio y de administración, fundamenta la economía solidaria (pensada como la economía entera y no solamente como el refugio de los pobres) y la organización ilimitada. El hecho de tener una meta clara –la de atender a las necesidades de cada quien en armonía con la naturaleza– más la firme intención de cooperar para lograr la meta, ya implican la pluralidad en las acciones realizadas para lograr la meta. Implica la flexibilidad de las instituciones. Descarta cualquier camino único que pretende ser siempre válido en todos los tiempos y en todos los lugares. 

Dicho lo anterior, surgen inmediatamente tres dudas. 

a) Aunque bien pueda ser que vista desde una perspectiva histórica larga la cooperación humana ha asumido muchas formas, y aunque en el plano teórico sea correcta una apertura pragmática a la flexibilidad de las instituciones, hay quienes dicen que en los hechos la historia ha terminado y con ella la flexibilidad. Dicen que nuestra especie ha aprendido que existe un sólo marco normativo legítimo. Es el marco normativo del binomio capitalismo y democracia liberal.

b) Si en verdad la alegría de servir sea el dinamismo de la verdadera realización personal, ¿No habría que matizar las palabras de Michael Kalecki citadas arriba al comienzo?. Según Kalecki a nivel técnico existe un consenso sólido entre los economistas que el pleno empleo y por consiguiente mejores sueldos son factibles. El obstáculo es político. Si los capitalistas dejan de invertir, hay una crisis. Por eso ellos detentan el poder real, sean cual sean las apariencias. Si el gobierno aprende a conjurar las crisis por sus propios gastos —lo que tendría que hacer para garantizar el empleo pleno— los capitalistas perderían su poder de vetar cualquier política pública que socavara su confianza. Por eso los capitalistas se oponen y avalan el discurso de “disciplina fiscal” para achicar el gobierno y así mantener su dominio. Pero si el veredicto de la psicología, de la sociología, de la antropología, y de la biología es que el ser humano es un animal cooperativo, la actitud de los capitalistas no debería ser tan reacia a renunciar a alguna fracción de su poder económico en aras del bien común.

c) Aunque sea cierto que Francisco haya identificado una enorme reserva de motivación solidaria, existen también enormes reservas de maldad, y reservas aún mayores de indiferencia. ¿Sería la única salida posible que los interesados en el cambio —o sea quienes son perjudicados por el actual sistema— realicen una lucha de largo aliento hasta tener el poder suficiente para derrocar a los privilegiados e imponer por la fuerza otro régimen? ¿Hasta qué punto es posible aquí y ahora avanzar con las fuerzas que existen?

IV. – LA HISTORIA CONTINÚA.

Según el famoso libro del asesor del gobierno norteamericano Francis Fukuyama en cierto sentido ya no hay más historia. Fukuyama define la historia como la competencia entre sistemas socio-económicos pero ya no hay más competencia. El sistema democrático y de libre mercado es el único sistema legítimo. Domina y va a dominar de aquí en adelante.(Fukuyama. 1992). 

A primera vista, Fukuyama parece decir que hay una solución única para los problemas sociales principales y ya sabemos cuál es. Parece negar el principio de organización ilimitada, el principio de flexibilidad institucional, el principio de sociedad abierta de Karl Popper[15] (Popper, 1985) y el principio de sociedad experimental de John Dewey[16]. (Dewey, 1927).  Parece negar también el argumento de John Maynard Keynes a favor de la autonomía nacional. Según Keynes, puesto que ninguna sociedad ha encontrado las soluciones adecuadas a los problemas económicos, los distintos países del mundo deben gozar de autonomía para probar las diversas soluciones que les parezcan las más adecuadas para sus respectivas sociedades en sus respectivas circunstancias. (Keynes, 1933: 755-769).

Una lectura atenta de Fukuyama enseña, al contrario, que este autor reconoce plenamente que las democracias capitalistas “post históricos” distan de haber resueltos los problemas principales de la humanidad. (cabe mencionar que aunque según su teoría en cierto sentido la historia haya terminado existen en Medio Oriente y en otras partes sociedades “atrasadas” las cuales están a la zaga y “se quedan todavía en la historia”.(Fukuyama 1992 : cap. 26). Las afirmaciones y negaciones de Fukuyama son en fin de cuentas limitadas y modestas. Se las pueden resumir en tres: a) en el futuro el contexto de la búsqueda legítima de soluciones a los problemas humanos será la democracia política; b) se apreciarán las funciones sociales de los mercados y en general las de una pluralidad de instituciones descentralizadas; 3) la planificación central del tipo soviético no será una opción viable[17]

Fukuyama reconoce plenamente que las democracias capitalistas no han podido combinar la productividad de una economía moderna con las exigencias éticas de la igualdad y la dignidad (Fukuyama 1992: 289 y siguientes). Reconoce plenamente que aunque hoy en día el comunismo soviético ya no es un modelo atractivo, la democracia social escandinava todavía lo es. (Fukuyama 1992: 294). Escribe además: “nadie ha resuelto el problema de crear cultura —vale decir, de regenerar los valores morales internalizados— como un asunto de política pública” (Fukuyama 1992: 292). Más aún: “la vida en la sociedad burguesa llega a ser en fin de cuentas aburrida. No satisface las necesidades profundas de los seres humanos” (Fukuyama, 1992: 314). Al contrario, el liberalismo disuelve los antiguos valores que son necesarios para sostener la vida en comunidad (Fukuyama, 1992: 327). Y así continúa (Fukuyama 1992: capítulos 20 hasta 31.

En fin y al cabo, a pesar de lo que uno podría suponer al leer el título de su libro, en lo fundamental la opinión de Francis Fukuyama no difiere de la opinión de Francisco en Evangelii Gaudium: “Estamos lejos del llamado « fin de la historia », ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente plantea­das y realizadas”. (Francisco,  2013: párrafo 59).

V.- EL PODER ECONÓMICO.

Michael Kalecki nos ayuda a comprender por qué estamos lejos del llamado “fin de la historia”. Proporciona una breve y clara explicación del mecanismo del poder económico. El nivel de empleo depende en gran medida de lo que se llama el estado de la confianza. Si se deteriora la confianza, cae la inversión privada. Esto da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre las políticas públicas. Hay que evitar cuidadosamente todo lo que pueda sacudir la confianza, porque causaría una crisis económica. 

Aquí la palabra “confianza” significa “expectativa que el dinero adelantado va a regresar aumentado”. Decir que la economía depende de la confianza es equivalente, pues, a decir que depende de la rentabilidad; lo que a su vez es equivalente a decir que depende de la acumulación de capital. El mecanismo del poder económico es, pues, la amenaza (o la realidad) que la economía no funcione; no depende de las motivaciones individuales sino que los imperativos propios del sistema se imponen por sobre los valores de las personas.

Peter Drucker considera el caso de un empresario (dueño o administrador) angélico. Como persona ha logrado una perfección en la caridad igual a la de San Francisco de Asís. En su alma no hay ni la sombra de una mancha de egoísmo. Igual tiene que velar por la rentabilidad de la empresa. (Drucker, 1958: 86-87). La empresa necesariamente tiene que vender sus productos en cantidades y a precios suficientes para cubrir los costos de la producción, dejando una margen de ganancia suficiente para pagar el costo del capital[18]. De lo contrario la empresa no puede dar trabajo a su personal, ni abastecer con bienes o servicios útiles a los consumidores, ni tributar al fisco. Los inversionistas y quienes manejan los fondos de terceros también poseen solamente una limitada libertad para actuar según sus motivaciones individuales. Necesariamente tienen que velar por la rentabilidad y la seguridad de las inversiones.

Según Kalecki existe una salida técnicamente factible que permitiría a la sociedad cumplir con valores sociales como los son el empleo para todos y la conservación del medio ambiente. Si  bajara  la confianza, el gobierno pudiera compensar la retirada de la inversión privada con el avance del gasto público[19]. Así se podría desactivar el mecanismo del poder económico. Es un cambio según Kalecki técnicamente factible[20]. Lamentablemente no es políticamente factible. Maticemos a Kalecki.

a) no es tan sólo el gobierno el capaz de desactivar el mecanismo del poder económico por compensar la caída de la confianza pues también ello puede lograrse con el avance de modos de producción impulsados y orientados por otras lógicas y dinámicas. Hay que considerar también el cooperativismo, las empresas auto-gestionadas por sus trabajadores, las instituciones sin fines de lucro, las redes de trueque con o sin monedas comunitarias, la solidaridad barrial, la economía de la gratuidad, la economía de la comunión, los micro-emprendimientos operando con varias formas de subsidios patentes o discretos, la permacultura, el servicio comunitario voluntario o pagado, los estudios becados, las empresas para-estatales, los partenariados público/privados, los emprendimientos sociales, las prácticas económicas indígenas, los clanes y familias extendidas, las aldeas ecológicas, el comercio justo, la economía del bien común, etc. etc., e incluso empresas del mismo sector privado, con fines de lucro, pueden compensar una caída de confianza si actúan con criterios más sociales y menos económicos. Hay que ver el mundo bajo una óptica de organización ilimitada.

b) Según luces atendibles de la teología, la psicología, la sociología, la antropología, y la biología, cabe matizar el carácter antagónico de las relaciones sociales bajo el capitalismo postulado (o presumido) por Kalecki. Ya hemos visto que en la medida en que haya actitudes sociales entre los empresarios y los inversionistas, su expresión es necesariamente limitada por los imperativos sistémicos. Las actitudes sociales tienen que permanecer, en alguna medida, invisibles e inoperantes. Es probable que su invisibilidad y su ineficacia hayan reforzado con una engañosa verisimilitud la creencia de que no existan.  Cabe decir que a pesar o al margen de los imperativos sistémicos,  o quizás en cierto sentido debido a los imperativos sistémicos,  hoy en día la buena voluntad de empresarios e inversionistas parece ser cada vez más visible y operante. (Kliksberg, 2013).

c) Es también engañoso decir que lo que frena el pleno empleo y por ende la economía solidaria es “político”. Más vale decir que el freno es “la estructura social,” o aún mejor “la estructura cultural básica”. Se puede analizar que una economía solidaria capaz de desactivar el mecanismo del poder económico requiere “otra estructura social”. El trasfondo de un concepto de economía solidaria (su “meta narrativa” en el vocabulario de Jean-François Lyotard (Lyotard, 1979) sería la buena noticia de la alegría. Dicho con palabras más sobrias sería la sociabilidad humana. Sus actitudes básicas serían el servicio y la administración. La organización ilimitada sería un principio general de flexibilidad institucional. 

Los cinco elementos de “otra estructura social” constituyen un plan especifico para resolver la crisis de hoy. Se subentiende que la construcción de una economía verdaderamente solidaria en las circunstancias de hoy requiere el concurso de los empresarios y los políticos. Esto requiere a su vez la liberación de su sociabilidad de los imperativos impuestos por el mecanismo del poder económico.

i) Primer elemento: La pluralidad. Este elemento repite lo ya dicho como primer matiz a Kalecki.

ii) Segundo elemento: La vocación de servir[21]. Este elemento repite el principio de Drucker citado arriba que el propósito de un negocio es producir bienes y servicios. El capital debe ser un medio a administrar a fin de cumplir los objetivos sociales articulados en la Misión y Visión de la organización.

iii) Tercer elemento: Separar el derecho de vivir de la necesidad de vender, siempre conservando el deber de trabajar. Un ejemplo: El servicio comunitario pagado (Richards, 2013)[22]. Otros ejemplos: Investigación científica subvencionada, estudios becados, creación artística auspiciada, entrenamiento para deportistas auspiciado.

iv) Cuarto elemento: Socializar las rentas (Richards, 2013 b). Este elemento hace factible el tercer elemento. Hace factible volcar las rentas de los recursos naturales, las rentas monopólicas, etc., hacia el gasto social (Riesco, 2012: 25-38) [23].

v) Quinto elemento: El desarrollo comunitario. Considero estructural y estratégica la psicología comunitaria y todo lo que construya solidaridad a nivel de barrio[24].

Hay quienes dirían que esta “otra estructura social” resolvería el problema de la subordinación de la producción a la acumulación de capital analizado por Kalecki y otros, pero sin embargo no resolvería los principales problemas de hoy, puesto que hoy el capitalismo ha entrado en una nueva fase de especulación financiera a nivel global. El tradicional circuito D – M – D´ se ha simplificado a D – D´. Se acumula riqueza ficticia sin producción útil alguna. Sugiero, por otra parte, que hay que recordar que la desregulación financiera y la globalización exagerada de hoy surgieron históricamente precisamente como respuestas a la caída crónica del motor del circuito D – M – D´. Vale decir: como respuesta a la caída de la tasa de la ganancia (Lara, 2013: 96-124)

Desde esta óptica se puede ver la economía solidaria y el crecimiento desmedido de la especulación a nivel global como dos respuestas alternativas a la inestabilidad de un sistema productivo motivado por la acumulación de capital. La primera es una respuesta sana. La segunda es una respuesta malsana. Pudiendo construir la primera no se necesita la segunda.

VI.- REINTERPRETACIONES.

Al proponer un concepto propongo una manera de ver. Propongo una lectura de la realidad. Cierro citando a tres personas cuyas maneras de reinterpretar la realidad me ayudan a ver que la solidaridad es asequible y la economía es transformable. No las cito en calidad de testigos de hechos. Les cito en calidad de articuladores de conceptos.

Cito primero algo que me dijo Hermes Binner quien fue en aquel entonces el alcalde de Rosario, Argentina. Después fue candidato a la presidencia de la república. Rosario ha sido premiado por la PNUD por sus elevados niveles de participación y solidaridad ciudadana, por su logro de consensos entre todos los sectores, y concretamente por programas notables realizados, entre otros sus parques educativos y su red de clínicas de atención primaria en los barrios. Observó Binner: 

No es que la naturaleza humana sea distinta aquí. Hay que partir de la base de lo que es, y no de lo que no es, siempre esforzándose para entender el mundo mejor a fin de poder cambiarlo con medidas eficaces. Está comprobado que en todas partes la naturaleza humana tiene además de sus tendencias egoístas, tendencias sociales. Nosotros hemos apostado por la solidaridad como uno de nuestros ejes rectores no porque no sepamos que el ser humano es egoísta, ni menos porque queremos explotar al personal médico, sino porque sabemos que el ser humano es también solidario. No creo que Rosario cuente con una cultura solidaria, con un acervo de capital social, mayor que en otras partes, o por lo menos mayor que en muchas otras partes. La diferencia es que aquí hay una propuesta política, concretamente en el área salud, que aprovecha y apoya en forma sistemática aquellas tendencias solidarias que sí tenemos los seres humanos (Richards, 2007) [25].

El mundo no cambia cuando Binner pronuncia estas palabras. Lo que cambia es la lectura del mundo de quien lo escuche y lo crea. La economía solidaria deja de ser leída como un sueño utópico cuya realización hay que postergar hasta que cambie la naturaleza humana. Se supone que cuando Binner se refiere al apoyo sistemático a las tendencias solidarias no excluya las tendencias solidarias de los mismos emprendedores y empresarios. Aunque en ciertos aspectos la estructura misma del sistema castiga la solidaridad, el sistema no la castiga siempre. Se puede reforzar adrede aquellos aspectos que la recompensan. Así se construye una cultura en la cual la conducta solidaria llegue a ser una expectativa general. Una norma.

Mi segunda cita es de Michael Porter y su co-autor Mark Kramer: “Hay que redefinir el propósito de la empresa. Debe ser la creación de valor compartido. No debe ser simplemente la rentabilidad” (Porter, Kramer, 2011: 4). Con su concepto de valor compartido Porter y sus colegas han reinterpretado cuestiones sobre la distribución de las entradas de las empresas que solían ser leídas como luchas entre individuos y grupos: ¿Cuánto destinar a la disminución de deudas con bancos? ¿Cuánto destinar a abultar los ingresos de los altos ejecutivos? ¿Deben ser más abiertas o más intransigentes las posturas de la empresa frente a las negociaciones con proveedores y con trabajadores? ¿Conviene destinar una parte de los beneficios de mayor productividad a bajar los precios a los consumidores? ¿Cuánto distribuir a los accionistas y cuánto invertir para hacer crecer la empresa?. Etc.[26]

El concepto de valor compartido ve todo esto bajo luces diferentes. Bajar los precios a los consumidores y subir los sueldos de los trabajadores ya no son derrotas para nadie. Son victorias. Cumplen objetivos. Desde el primer momento la empresa se esfuerza para incrementar su productividad y para mejor atender a sus mercados con el propósito de crear valor para compartir. El compromiso social se ve como una fuente de felicidad y una garantía de legitimidad para los dirigentes de la empresa y en fin para todo su personal. 

Blake Mycoskie se encuentra entre los empresarios quienes no postergan ni su felicidad ni sus aportes al bien común hasta el día lejano cuando se jubilen y empiecen a gastar su fortuna. Ya goza del verdadero dinamismo de su realización personal en lo que hace ahora. A sus 37 años (nació en 1976) ya ha fundado cinco empresas. La más reciente y más exitosa es TOMS Shoes. TOMS Shoes promete que para cada par de zapatos que compre el cliente, la empresa va a entregar un par igual a un pobre del tercer mundo quien carece de medios para calzarse. La entrega es personal. Cada par de zapatos regalados se coloca cara a cara, asegurando que la talla sea cómoda. A juzgar por el crecimiento espectacular de sus ventas, igual que Mycoskie los clientes también se sienten felices y realizados. Mycoskie escribe:

“TOMS aporta dinero para vivir para mí y para todos quienes trabajamos en TOMS. TOMS me acerca a gente y a lugares que amo. Me ofrece una oportunidad para contribuir algo a personas necesitadas. Con TOMS no tengo que dividir mi vida en fracciones separadas: personal, profesional, y filantrópica. Todo converge en una sola misión. “Si tú eres como yo y como la mayoría de las personas que conozco, tú buscas algo más que el éxito en los negocios. Tú buscas el significado de tu vida. Tú quieres gozar del tiempo y de la libertad para hacer las cosas que amas hacer y para contribuir a construir un mundo mejor” (Mycoskie, 2011)[27].

No quiero decir que la economía solidaria se consiga sin lucha política alguna.   Quiero decir que, por la educación, por la psicología y sobre todo por construir la solidaridad en la práctica, se puede avanzar.  Digo que los antecedentes citados en este aporte ayudan a leer la realidad de otra manera. Reinterpretan -o en el vocabulario de José Luis Coraggio “resignifican” (Coraggio, 2004)-  lo que es economía, lo que es empresa, y lo que es la motivación del ser humano. 


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Un sitio sobre organización ilimitada: www.unboundedorganization.org.


[1] Todas las traducciones son del autor. 

[2] “Bienvenido a todos” es una interpretación de la clásica palabra griega ágape que después llegó a ser una palabra central en las primeras comunidades cristianas y en el Nuevo Testamento. Así en la Odisea cuando Odiseo en fin regresa a su casa en Itaca, después de la guerra de Troya y una serie de aventuras, todos le dan una gran fiesta de bienvenida con ágape.

[3] Que la economía solidaria no es solamente cooperativas de pobres sino una propuesta de “resignificar” la economía entera en todos sus niveles y sectores es también el pensamiento de José Luis Coraggio.  A veces se usa la frase “economía popular solidaria” para señalar que debe haber también otras economías solidarias.

[4] Aquí recordamos una conclusión del historiador inglés Arnold Toynbee en su monumental estudio de la historia de las civilizaciones. Toynbee halla que en las civilizaciones exitosas la élite gobierna por encanto.  Cuando gobierna por fuerza se acerca el colapso y el fin.  (Toynbee, 1946).

[5] Emile Durkheim. 1893. De la division du travail social. Paris: Presses Universitaires de France. El contraste entre la sociedad tradicional o arcaica y la sociedad moderna es un tema en casi todas las obras de este autor, como también lo es en las obras de otro gran pionero de la sociología quien fue Max Weber. Traducción al castellano: 1985. De la division del trabajo social. Barcelona, Planeta. Véase también la obra clásica del amigo de Weber Ferdinand Tönnies primera edición 1887 (Leipzig, Fues) última edicion 1935 Gemeinschaft und Gesellschaft. Traducción 1947 Comunidad y sociedad. Buenos Aires, Losada.

[6] Los hechos de los apóstoles. Capítulo dos y capítulo cuatro.

[7] Se cita a párrafos y no a páginas porque las páginas puedan variar de una edición de la exhortación apostólica a otra.

[8] Aquí Francisco hace referencia en una nota al margen al documento final de la V Conferencia General del Episcopado Latinoame­ricano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), página 360. El lema de la convocatoria de dicha conferencia fue tomado de las palabras de Jésus “Yo soy el camino, la verdad, y la vida.” Juan 14: 6. Se puede bajar dicho documento en versión PDF del sitio http://www.vidanueva.es/2013/04/01/documento-de-aparecida-v-conferencia-general-del-celam-2007/

[9] No entro en detalle sobre la lógica del dilema del prisionero porque es muy conocida. En torno a ella hay una literatura abundante fácilmente asequible, y porque lo que aquí interesa no es precisamente su dilema como preso imputado, sino el tipo de dilema del cual éste es un ejemplo, o sea el tipo de dilema que exige elegir entre lo que más le conviene a uno y la cooperación con otras personas.

[10] “…cooperación que no es trivial en un solo (one shot) juego de dilema del prisionero es observada en forma regular.” (Yamagishi et al., 2000; Ostrom and Walker, 2005). 

[11] “…sabemos que en experimentos usando el dilema del prisionero los sujetos que logran cooperación mutua con otra persona muestran activación en partes del cerebro asociadas con el placer (partes del sistema de la dopamina mesolímbicas incluso el striatum y el cortejo orbitofrontal)….” (McGilchrist, 2009: p. 147).

[12] Un hito histórico fue la obra pionera de Jean Piaget publicada por primera vez en el original francés en 1932. Jean Piaget. 1932. Le jugement moral chez l´enfant. F. Alcan, Paris. 

[13] Ver también los hallazgos d86)el antropólogo Víctor Turner, un especialista en la vida espiritual de la tribu Ndembu de Zambia quien también se ha dedicado a trazar la evolución biológica de la especie humana (Turner, 1983). Entre las fuentes citadas por Turner se destaca Paul MacLean, 1990. Existe también una corriente de investigadores quienes sostienen lo contrario, vale decir que la investigación biológica verifica las premisas individualistas del neolberalismo (Dawkins, 2006). Sin embargo,  sus argumentos no resisten el peso de los hallazgos empíricos (Bowles and Gintis, 2011). James Boggs sostiene que el concepto de cultura desarrollada por los antropólogos efectivamente desmorona la cosmovisión liberal por demostrar que refleja una cultura determinada y no la naturaleza humana. (Boggs, 2004).  

[14]

[15] La filosofía de sociedad abierta de Popper es paralela a su filosofía de ciencia. En la ciencia no hay verdades sino solamente una búsqueda permanente en la cual sobreviven las teorías que no hayan sido falsificadas todavía. En la política el binomio ciencia social y democracia realizan la revisión sin fin de las instituciones paulatinamente mejorándolas a la luz de experiencias racionalmente diseñadas de “ingeniería social.” (Popper. 1985). 

[16] Según Dewey las instituciones son hipótesis que se deben evaluar y revisar según su rendimiento.(Dewey, 1927). 

[17] La inviabilidad del modelo soviético es además plenamente reconocida hoy en día por los mismos rusos, chinos, vietnamitas y cubanos. (Qian, 2000: 151-171; Thayer. 2007: 381-397; Richards, 2013: 229-242.)

[18] Aquí intercalo un pensamiento mío. En el pensamiento de Drucker la ganancia tiene que ser suficiente para compensar los riesgos asumidos. En el pensamiento mío la ganancia tiene que ser suficiente para pagar el costo del capital, vale decir el precio que hay que pagar en el mercado de capitales para conseguir los fondos que la empresa necesita para continuar o para ampliarse.

[19] Algo así pasó en Chile en 1971 en el primer año de la administración del presidente Salvador Allende. La inversión privada cayó casi a cero, pero la inversión total no cayó porque la retirada del sector privado fue compensada por el avance de la inversión pública. (de Vylder, 1976).

[20] Ver también Michael Kalecki. (Kalecki, 1947:  391-397; Kalecki, 1951:  62-64)

[21] Escribe Francisco: “La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sen­tido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para to­dos los bienes de este mundo” (Francisco, 2013: párrafo 203).

[22] Buscar también en el sitio de la Organización Internacional de Trabajo www.ilo.org antecedentes sobre “South Africa, Community Work Programme.”  

[23] El tema se desarrolla en forma detallada con datos chilenos en G. Martner y E. Rivera (compiladores), 2013.

[24] Hay una rica tradición que destaca lo fundamental de lo que es “comunidad”, partiendo de Ferdinand Tönnies  (Tonnies, 1947) (Original alemán 1887). 

[25] Un ejemplo que cita Binner: Antes había mucha gente en la periferia de Rosario todavía no conectada a la red municipal de gas natural. Se inició un programa solidario voluntario: Quien desearía hacerlo podría agregar diez por ciento más al pagar su cuenta de gas. Casi todos lo pagaron. Con este fondo se ha podido conectar a la red toda la población periférica. 

[26] En su estudio clásico de las grandes empresas norteamericanas de su época Cyert y March concibieron la empresa como una pequeña sociedad. En su interior había una serie de luchas políticas entre grupos y personas con distintos intereses e ideologías. (Cyert y March, 1963). El mismo Michael Porter en los años 80 y 90 antes de su giro ético en el siglo XXI solía definir el objetivo de “la empresa” en términos de retener valor para sí cediendo lo menos posible a otros estamentos. (Porter, 1985).

[27] En la primera y segunda parte del libro las páginas no son numeradas. El nombre TOMS viene de la palabra inglesa “tomorrow”. Significa el futuro.

Howard Richards
Howard Richards